martes, 23 de febrero de 2016

26. Irán hacia el mar


            Nunca pensé que terminaría como parte de la tripulación de un submarino. Como ya describí anteriormente era tanta la falta de personal militar que las aptitudes físicas se hacían menos exigentes, así pude ingresar con mis problemas de falta de habilidades físicas. Fui entrenado para logística, sistemas electrónicos diversos de la nave, además buenas calificaciones en asuntos SAT, aunque no alcancé a terminar el curso total para permitirme trabajar en ese ámbito tecnológico, del cual dependía nuestra guerra. Es que la urgencia por nuevas tripulaciones, nuevos soldados era tal que ni siquiera nos permitían entrenarnos hasta el final. No sé cómo sobrellevamos esta guerra que ganamos.
            Al fin sucedió la fase final en la preparación como tripulante de una embarcación subacuática, aunque Uds. ya sabrán que mi anhelo eran las elevadoras, por lo menos un avión, esas viejas naves que aun se usaban, pero no fue así y me asignaron a un submarino de carga usado como navío para entrenar tripulaciones y como transporte hacia el Antártico.
            Era antiguo, de unos cien años, un viejo submarino de grandes dimensiones que alguna vez usara esos motores antiguos de propulsión nuclear, ahora cambiados por otros modernos.
            Había sido construido para la marina del entonces imperio del norte, llamado USA. Durante esa guerra que destruyó esa nación, permaneció varado en la zona antártica de Oceanía y finalmente transportado hacia nuestro continente quedó en poder de nosotros como chatarra, pero al comenzar la tensión con otras zonas del planeta, se refaccionó y ahora era barco escuela destinado al entrenamiento de tripulaciones y transporte de carga.
            La maquina generaba electricidad e hidrógeno al mismo tiempo y producía un ronroneo insoportable.
            La tripulación de unas ciento cincuenta personas, incluyendo la infantería de marina. El sub ahora preparado para llevar cargas sensibles, especialmente electrónicas.
            Durante el entrenamiento se usaba uno anclado y además en las cabinas holográficas donde nos mareábamos mas que en este grande tubo subacuático.
            Así que al llegar a este nos pareció amplio, pero a pesar de los modernos sistemas de climatización, el calor aun era un problema, y como a nosotros nos gusta mas el frío que las altas temperaturas, nos molestaba residir en esta nave. Además el habitar tantas personas en espacios tan reducidos, debes aprender a controlar tu carácter.
            ¡Yo esperaba ser un tripulante de elevadoras, no esta cajón submarino! ¡Mi elemento es el aire, no el agua! Ahora me daba cuenta que mi destino no lo controlaba; solo me dejaba llevar por la corriente de las circunstancias.
            El recibimiento del capitán fue muy afable, pero no así el del comandante de instrucción (y jefe del anterior), el cual parecía un tipo muy desagradable.
            —Aquí están los 24 nuevos tripulantes, deberán ser instruidos antes de terminar el verano. Dos para comandante, uno para armas de lanzamiento masivo-lejano, estos tres “todo terreno” (esto significaba que servíamos como logística, conexiones SAT, a cargo de ordenadores, e incluso en condiciones extremas nos prepararon para controlar el lanzamiento de misiles). Los demás era infantería de marina, mecánica y por supuesto la sección médica.
            Debido a mi habilidad para las matemáticas me fascinaba el ambiente de SAT, la logística me desagradaba, pero era muy hábil en eso, con ni mente llevaba inventarios de cuanta cosa había y las cantidades.
            Nos reúnen dentro de la sección mas grande del barco, aquella donde iban las cargas, pero ahora solo pequeñas cajas de alimentos y otros equipos electrónicos que son transportadas hacia el continente blanco.
            —En este barco no quiero parásitos, ni ineptos, todos ustedes han sido bien preparados en la teoría, pero ahora me demostrarán si están aptos para navegar bajo el agua.
            Este tipo amenazaba ser fiero contra los subalternos, pero a los dos semanas ya nos parecía una buena persona.
            El comandante a cargo de nuestra instrucción no reúne en grupos de tres para conocernos.
            —Usted cadete xxxxxxx de logística ¿que edad tiene?  me parece que los niños van al jardín infantil, es muy joven para estar en la guerra.
            —Vea mi hoja, tengo mas edad a la que represento.
            —Si ya veo eso —mientras escudriñaba el hológrafo con mi documentación personal  —Su hoja de vida es extraña.
            —¿A qué se refiere comandante?
            —Que aquí no sale donde vivió usted durante algunos años, no aparecen liceos, institutos, nada —me sentí aterrorizado que me viera obligado a contarle que era un agorafóbico.
            —Es que estaba conociendo la vida.
            —Seguro, con su novia —era uno de los compañeros.
            —Ja, ja , ja, esa joven que siempre lo visita.
            La risa de mis compañeros me ayudó a evitar contar que padecía de agorafobia y vivía encerrado en casa, algo vergonzoso para mí.
            —¡Ustedes cierren el pico! —parece que no le agradó la broma—entonces ahora deberá encargarse de los comestibles y esos insumos electrónicos. El encargado de logística le dará los datos y él mismo los evaluará.
            Así comenzaba la tarea de adquisición de obligaciones en esta travesía.
            —Qué grande esta sección —preguntaba un compañero.
            —Así es cadete, dicen que aquí transportaban misiles de esos antiguos y muy grandes, algunos cuentan que eran armas con carga nuclear —era un tripulante, viejo veterano en esta nave— y algunos fueron lanzados contra ciudades, millones de muertos y heridos, el infierno de esos años.
            —¿Y qué sucedió con esos países y USA?
            —La marea de la guerra cambió y ya saben lo que sucedió.
            —¿Por qué hay tan pocos datos de esas imperio?
            —Pregúntenle al resto del mundo que los odiaba.

            En esta nave tuve una sensación desagradable, ya que no estaba acostumbrado a habitar en un espacio tan pequeño en un lugar donde carecía de la distracción del entorno (como sí sucedía en el entrenamiento militar de tierra o al estar en la clínica). Aunque la holografía permitía que durante cuatro horas de ocio diaria pudiéramos evadirnos de ese espacio y transportarnos al mundo virtual.
            Pero algo fue mi fuerza en esos momentos para evitar tener malas relaciones con los demás: Mystysiva.
            Ya sabía que la sola presencia suya dentro de mi podría aliviar tanto la tensión en este lugar tan tensionante y no por la tripulación, pero cuando pequeño sufrí de asma, se me había retirado para noté que al estar a encerrado en profundidad, esta reaparecía. Así que antes de embarcar estuve un mes usando medicina ADN y efectuando unos ejercicios respiratorios, además de una estricta alimentación con harta miel de abejas.
            Como yo pasaba por ser soltero y exigían conocer a la pareja para darle instrucciones de lo que debía grabar para entretenerlos, entonces hube decir que solo era una "amiga".
            Ella me dejó grabados doce momentos en los cuales compartía conmigo, solo interactuaba con su imagen holográfica, pero sin estar ella en la realidad, aunque en esos ambientes de encierro, sobre todo cuando debíamos estar sin conexión al resto del mundo, las grabaciones holográficas interactivas de las parejas de las tripulaciones ayudaban a mitigar ese encierro. Pero no podía evitar  instalar una foto “antigua” sobre mi cama.
            —Es tu novia.
            —Sí.
            —Porqué titubeas ¿es o no?
            —Es que ella si es mi compañera, pero. . .
            —¡Oye! yo la conozco, ella es muy bonita, pero es casada.
            —Así es.
            —¡Ah! ya veo ¿no eres muy joven para eso?
            —Parezco mas joven, sí
            —Pareces de 15, yo tengo un año menos que tú pero parezco tu hermano mayor.
            —Eso es cierto.