Ese jueves de
febrero ella llegó sin avisarme; me encuentra descansando mientras bebía la
tercera botella de ron, mi bebida favorita. Estaba algo mareado, esos momentos
que tú puedes explayarte de cualquier asunto, incluso íntimo y mas tarde no lo
recordarás.
—¿De nuevo
bebiendo Xaxxxx mío? —mientras depositaba en la cama una hermosa caja, muy bien
forrada.
—¿Que es eso
Mystysiva?
—Revisala, es mi
regalo.
Al abrir la
hermosa caja roja de grafito de unos 150 centímetros de largo, forrada con
aquel esmalte poroso tipo tela veo una impresionante espada, es una réplica de
alguna antigua arma.
—¿Y estosss de
dóndesss lo sacasteis amorsss miosss?
—Es una
réplicasss de una espadasss amorsss míosss.
—Si lo he notado,
pero ¿es muy cara?
—No te
procupesss, me salió a bajo preciosss, ademásss tengo mi dinerosss propiosss.
—Pero ¿por qué me
das este regalo? —antes debiera haber dado las gracias, pero era torpe para
conversar.
—Tú sabes que me
gustan las naves aéreas —¡Qué torpe soy para conversar!
—Es antigua, la
has visto antes.
—Si parece una
espada de hace 3.500 años, esa cultura es ¿hitita?
—¡NO! Es sumeria
amor ¿que no te gustaba la historia? Mira los caracteres que lleva en su hoja.
Me extrañó que
supiera tanto de esas diferencias de culturas antiguas.
—Eso no es
sumerio amor, esa aquella cultura parecido'0eiquela pero anterior, fue
desaparecida de la historia, pero en esas épocas puedes encontrar restos de
esos tiempos ya que . .
Aquí algo comenzó
a impacientarme y vi a mi amor sentada en la cama cruzadas las hermosas piernas
mientras se cambiaba sus medias se detuvo y me miraba, sus ojos brillaban.
—Vaya amorsss, te
acuerdas de esas épocas ¿verdad?
Y ahí me di
cuenta de algo ¿qué mierdas estoy
hablando? Es como si de repente algo dentro de mí empezara a balbucear,
pero no era simples balbuceos, eran frases rápidas y correctamente pronunciadas
en mi idioma español ¿fue en este idioma o en otro? ¡Pero si solo sé hablar
este! Pero parecía que era en otra lengua.
—¿Ves Xxxxxx?
Ahora estás comenzando a recordar.
—Ha, ha, haaaaa,
sipsss, algo me pasa Mystysisvitasss —mientras algo mareado sostenía la hermosa
espada metálica.
Ella se me acercó
y me sentó en la cama, alcanzo a recordar que empezó a balbucear algunas
extrañas frases, eso era algo habitual en ella, claro que como un simple
jugueteo, incluso erótico, pero ahora me pareció algo extraño.
Creo que me
dormí, talvez el exceso de ron. Mientras ella tomaba mi cabeza y me daba sus
rum, rum, rum, mientras mordía suavemente mis orejas, como queriendo activar
alguna parte de mi mapa de sensaciones heredadas de mis desconocidos ancestros.
—¡Maten malditos,
maten a todos, asesínenlos!
—¡Solo son
cuerpos sin vida! ¡Yo, yo el victorioso termino tu vida!
Miré y he aquí
que el campo estaba repleto de muertos, asesinados y heridos. Nuestra gente
comenzaba a masacrar a los heridos. Pero un oficial jefe se acerca a los
nuestros y nos ordena algo inusual:
—Id y cavar fosas
grandes, para enterrar en ellas a los nuestros y a ellos.
—Pero a los
nuestros solamente eminencia —era un comandante que le pareció abyecta la orden
de cavar para enterrar al enemigo odiado.
—¡No! Serán ellos
y los nuestros, todos juntos en la misma muerte.
El clamor de la
desobediencia comenzó inmediatamente.
—No debemos mezclar a los nuestros con ellos, es
blasfemia gran señor —interpelaba y explicaba el soldado comandante
representando la objeción de conciencia de sus soldados.
—Ahora no será
blasfemia, porque ellos y nosotros tenemos el mismo destino “sagrado”.
Esa última
palabra les pareció algo aberrante al equiparar al enemigo como si fueran igual
que nuestra noble gente. La voz se
corría rápidamente por este campo con aroma a muerte, y mas aun ante el
sacrilegio de enterrar a los malditos con nuestros nobles ciudadanos.
—¡Pero si somos
diferentes! Su dios no es el nuestro.
—¡Obedeceréis! Se
los suplico por nuestro rey y nuestro dios.
—No habrá
obediencia a usted magnánimo príncipe, ha pasado el límite de la corrección.
—No hay alternativa, la orden me fue
dada del mismo rey y de nuestro santo sacerdote.