miércoles, 24 de diciembre de 2014

15. Atacar la maldad, nunca aceptarla



             Pasaron los meses y la vida de entrenamiento comenzó a convertirse en algo molesto para mí, que solo acostumbraba a vivir dentro de mi hogar, pero me daba cuenta que ahora carecía de uno. Pero por otro lado era muy emocionante esto de estar aprendiendo una profesión ¿profesión es el prepararse para una guerra? Y es que cuando se es joven la emoción de la aventura y las armas nos atrae y mucho mas a una persona que parecía recuperarse del miedo a tratar a los demás.
            Aun recuerdo cuando nos entrenaban en el uso de esas básicas herramientas motrices como las elevadoras, armas modernísimas, comunicadores holográficos de última gneración, recuerdo uno que al rodearte la señal provocaba una sensación de estar elevándote en el aire, además aprendí algo increíble: a conducir un vehículo elevador. Era uno de los pequeños, con capacidad para 5 personas, su elevación máxima era de 50 metros. Mas tarde cavilaba que jamás en mi vida habría aprendido a usar esto si hubiera seguido encerrado en mi casa. Pero había una máquina que siempre me atrajo, aunque era del tipo antiguo: motocicleta. Esta era el único vehículo con tracción a tierra que aun me agrada , aunque a esta edad ya me cuesta maniobrar una con tanta habilidad.
            Un  día fuimos enviados a un campamento donde recibiríamos instrucción en asuntos de campaña, combate y uso con armas cargadas con munición real. Esas armas novísimas ya expliqué antes lo peligrosas que eran debido a ser tan nueva para los de mi generación su uso.
            A cargo del lugar habían suboficiales, tropa, pero el encargado era un coronel de unos 45 años. Había estado en el exterior varios tiempos y por una extraña razón fue enviado a este lugar como un simple instructor, algo inhabitual para su hoja de servicios. Como es habitual en su profesión comenzó con la sarta hila de frases fofas y rebuscadas. Esas que tratan de hacernos creer que sin ellas seríamos incapaces de actuar con valor ante situaciones difíciles.
            –Aquí Uds. aprenderán a ser hombres, dejarán de ser niños y solo serán hombres por nuestra gran alianza.
            –Solo los cobardes lloran y sufren.
            –Ustedes mujeres –refiriéndose a 17 reclutas femeninas– dejarán de ser mujeres y serán verdaderas guerreras "machos" –esa última palabra me extrañó.
            Cuando llegó el momento de conocernos a todos debimos dar nuestro nombre y lugar de nacimiento.
            Al llegar a nuestro compañero Alfen dio su nombre y su origen.
            –Tú serás un buen niño mijo.
            Nadie entendió nada, pero nuestro compañero sí.
            En este acantonamiento las evaluaciones eran mas importantes que en el entrenamiento anterior, así Alfen, quien era muy ágil para los ejercicios físicos y de mente rápida, era evaluado con ventaja por los observadores que mensualmente concurrían a revisar este campamento. Mientras que Antártico era mas fuerte y hábil al usar ese equipamiento, era muy inteligente. Quien escribe ya saben que me era difícil todo lo que fuera ejercicio físico y fuerza.
            De los 54 reclutas que formaban ese pequeño campamento, ellos estaban entre los primeros siete lugares, yo entre los últimos cinco. Pero no me molestaba porque evaluaba la situación de otra forma: el solo hecho que haya "sobrevivido" a mi terrible vida de agorafobia, encierro, anti sociabilidad, además de quedar sin gente que me apoyara, a excepción de mi linda Mystysiva, ya era un victoria para mí, incluso ni siquiera esperaba que llegaría a convertirme en oficial de abastecimiento en un tiempo futuro. Mi meta era un simple trabajo de operador computacional, pero me fue mejor. Por ello no me sentía disminuido por mi bajo rendimiento físico en este lugar, además en el resto de los exámenes donde usaba mi cerebro matemático, era de los mejores del grupo. Recuerdo a una chica, se llamaba Milashkasiya, era muy hábil para las matemáticas y el manejo de la holografía. Además tenía buena comunicación con Antártico. Eran como novios.
            Esa primera semana no sucedió nada anormal. Salvo que el comandante comenzó a llamar al aspirante Alfen a su despacho. A la tercera semana notaba que en ciertos momentos cuando efectuábamos ejercicios corporales aparecía el jefe y parecía quedarse mirando solo a Alfen. Claro era un tipo imponente nuestro compañero, muy atractivo físicamente y mejor ni hablar con las chicas, era su galán, elegante, y sabía tratar a las mujeres, por eso las reclutas féminas inmediatamente se acercaban a él.
            Habrían transcurrido un par de semanas y una noche al prepararnos a dormir en nuestros habitáculos, notamos muy nervioso al gran Alfen. Fue el inteligente Antártico quién conversaba con él ya que ellos sentían que eran adultos y a mí, debido a mi excesivamente adolescente apariencia, me trataban como si fuera un hermano pequeño, aunque tenía esa tremenda novia que era ella.
            –Porqué tenso tú Alfen –interroga el inteligente Antártico.
            –Coronel tener malas intenciones conmigo.
            –Explícatesss.
            –Saben mis gustos por el mismo sexosss.
             –Pero cómo si solo nosotros sabemos eso, además tu apariencia ser muy masculinasss.
            –En estas cosas uno aprende a sentirlo desde pequeñosss.
            –Pero si te dieron medicina ADN y la recomposición de la cadena debe haberte evitado esas inclinaciones.
            –No creas esos cuentosss.
            –No te pienses en cuentos tristes, seguro no se dará cuenta y si lo es ¿debe tener pareja?
            –Seguro tendrá pero es malo –respondía el tenso Alfen.
            –Mira a Xxxxxx, él si le tiene miedo ¿cierto socio? –refiriéndose hacia mí.
            –Yo no tener miedo, ser chico pero sin miedo –mentía, mentía, ese tipo de alta estatura producía terror.
            Creo que mas tarde sentí que Alfen oraba. Extraño porque él no era religioso.
            Esa semana el jefe ya tenía organizado según su criterio subjetivo este grupo, así estaban los de bajo perfil, entre ellos yo, otros los mas capaces y que seguramente les iría bien y los de su preferencia, entre estos había 3 individuos, uno de los cuales me desagradaba notando mi desprecio hacia él apellidado XXXXXX, otro era homox (igual que Alfen), un tal XXXXXXXXX, además una de las reclutas, que pasó a ser la correvedile. Estos tres eran sus "preferidos" y eran usados por el capi–capo (así le llamaban) para que ayudaran al coronel a obtener los favores sexuales de Alfen.
            Pasados un mes de este campamento la situación era molesta.
            –Alfen está en problemas niño Xxxx –así me habían apodado.
            –Así es y debemos denunciarlo ¿verdad? –muy ingenuo el creer eso.
            –Cuéntanos Alfen lo sucedido.
            –Nada, solo nada –mientras tendía el camastro– huí de mi lugar para evitar situaciones como estas y nuevamente el acoso sexual.
            –Es decir está cometiendo un delito este tipo –como pensando en algo Antártico.
            Fue a la mañana siguiente cuando Antártico en un gesto propio de su nobleza le expresó:
            –Alfen si necesitas cualquier cosa, como que testifiquen por ti en un juicio, yo te apoyo.
            –Pero y si eso no serviría, acordáte que él es un "héroe" en la milicia, además es hijo de ese político prominente, su familia tiene fuertes lazos con la administración política, de nada me serviría.
            –Recuerdo algo que sucedió hace 2 años –expresaba mi opinión para que entendieran que también entiendo estas situaciones de moral.
            –Si, el caso ese donde un instructor fue acusado de algo parecido, pero al final la posición económica de los familiares del miserable fue dejado sin cargos y los acusadores terminaron siendo acusados y la investigación judicial fue en favor de esos degenerados, solo porque tenían mas bienes y poder.
            –Al final las víctimas son las que sufren doblemente al denunciar esto. Solo dirán que  intentamos un chantaje contra él.
            Pasaban los días y el acoso del jefe era evidente y nosotros dos y una chica muy enamorada de Alfen que gustaba conversar con él cavilábamos qué debíamos hacer: ¿denunciar? pero cómo, el tipo poseía parientes muy bien posicionados en la sociedad.
            –Ven aquí donde papá gran joven Alfen, te enseñaré lo bueno –mientras el gran soldado comandante le pasaba una mano por su espalda y lo acercaba hacia sí, otras veces el asedio era casi obvio y el resto de los reclutas lo notábamos, pero nos enseñaron que debíamos respetar a estos "héroes" de la guerra.
            –Ven donde mí, porque tú serás un buen cadete ¿cierto joven Alfen?
            –¿Qué intenta comandante? –con miedo Alfen trata de evitar esas situaciones.
            –¡Si entiendes muy bien marica! Sabes muy bien homox lo que debes hacer para graduarte.
            El clima enrarecido fue haciéndose peor para Alfen y para mi porque en mi mundo de vivir encerrado en mi casa estos problemas con gente extraña no eran habituales.
            Hasta que un día la sangre llegó al río: Alfen ante una broma o tal vez una frase insinuante arguyendo una supuesta debilidad encaró al "héroe" de guerra y los demás eran testigos, al final Alfen se retiró y dirigió directo a la sección administrativa. Allí estampó la demanda por "obscenidad" y amenazas contra el "capi–capo". Pero lo terrible para el coronelcito era que Antártico también estampó demanda contra el superior y los demás eran testigos, muchos de los cuales admiraban al audaz Antártico que era un líder innato y esperaban aumentar demandas contra el “capi–capo”.
            No me encontraba en el momento, pero cuando supe lo sucedido, al tiro me dirigí al sección administrativa con intensión de estampar mi queja, pero en el camino me detuvo Milashkasiya:
            –¿A dónde crees que vas?
            –También voy a quejarme contra ese miserable.
            –Ni se te ocurra niño Xxxxxx, tú no debes involucrarte.
            ¿Qué dices? Alfen es mi compañero y amigo, debemos ser solidarios entre nosotros.
            –No, no, espera un poco.
            –Lo siento debo ir.
            Pero ella llamó a Antártico y rápidamente este me alcanzó en el trayecto y me detuvo.
            –No niño, no debes hacerlo
            –Pero si tú lo denunciasteis, yo también debo hacerlo, ve como los demás ya hablan de venir mañana a efectuar su denuncia.
            –No, no será así, esto no será un juicio justo, solo hemos amenazado al capi–capo, pero él devolverá el golpe, y tú no puedes perderte.
            Por algún fugaz momento pensé que estaba recibiendo una orden de mi progenitor, a quien no conocí, pero era mi amigo, quien con un año mas que yo parecía ser mi padre.
            –No, no, niño, ahora volvamos al dormitorio, vamos –mientras Milashkasiya me tiraba de la correa y me encaminaba fuera de la zona administrativa.
            Al ver a Milashka y Antártico me imaginaba que eran mis padres, curiosos pensamientos.
            Momentáneamente pareció que todo se había tranquilizado, aunque la denuncia seguía su curso burocrático.
            Pero el maldito “capi–capo” me llamó al día siguiente a su despacho. Afuera estaban la correvedile y esos otros dos, como si fuera una solapada amenaza.
            – Así que los caballeritos han estado induciendo a otros para que me investiguen como si fuera un criminal? Veo que Uds. tres son muy amigos —me expresa el “capi–capo” en su despacho.
            –Usted se ha propasado en sus atribucion. . .  –no alcancé a terminar la frase.
            –¡Cállese estúpido! ¡Aquí yo soy la autoridad! ¿Con quién cree que está hablando so patético agorafóbico? ¿Acaso no he visto sus datos sobre sus problemas mentales? –Se suponía que estos datos eran privados, imposible según la ley de ser conocidos por él  –Así que ahora me va a escuchar muy bien “cadetito” Xxxxxx, no espere que egresará de esta clase ¡Ja, ja, jaaa! –decíame burlonamente el cerdo este.
            —Pero si Usted convence a sus amigos de retirar las acusaciones en mi contra y le dice al cadete Alfen que sea un buen chico, sabrá mi benevolencia.
            —¡Jamás haré eso Señor! —tratando de demostrar mi fuerza de carácter, pero el cerdo este era perro viejo y sabía que la presión ejercida contra mí  podría resultar efectiva.
            —Mira cadete Xxxxxx —moderando el tono, que ahora era afectuoso— la próxima semana habrá calificaciones y creo que usted es una persona muy inteligente, especialmente para las matemáticas, si yo lo clasifico bien podría incluso recomendarlo para ser destinado a entrenamiento de una ELEVADORA, si de esas mismas —mientras me mostraba en la pared la imágen holográfica de una hermosa nave de guerra —era la Andes 20, una de las modernas naves que se construían y necesitaban tripulaciones.
            –Usted sabe que mi cuñado es oficial de enlistamiento de esa nave y la dotación final comenzará el entrenamiento al terminar campamento, mi recomendación bastará para que Usted ingrese como tripulante ¿le agrada eso? —ahora el tono hacia mí era muy afectuoso— así que ahora vuelva a su recinto y piénselo muy bien, evalúe las posibilidades, y en 15 meses mas usted será un tripulante de aquella nave.
            –¡Ya he pensado mi decisión Señor comandante! Nunca voy a traicionar a mis amigos. Además creo que  agregaré mi firma a la queja contra usted. Prefiero la cárcel a contin uar en este campamento.
            –¡Basta cadete! —haciendo un ademán contra la mesa para callarme lo que aumentó mucho la presión mental sobre mi espíritu y como si algo dentro de mí comenzase a aparecer en estos álguidos momentos dejé la posisión de firme y mirada al frente, incluso creo que caminé algún paso hacia el escritorio.
            –¡Mantenga su posición cadete Xxxxxx! ¡Esto es un ejército no su casa!
            —Usted tiene razón comandante ¡estoy demente! —aquí empecé a mirarlo a los ojos como si fuera un extraviado mental y algo sucedió, porque mi vista no la controlaba yo, como si perdiese la noción del tiempo y algo tomara el control de mí, pero lo extraño es que él como si no quisiera lo viera directamente a los ojos, sentí por primera vez que este tipo era un pobre ser humano, débil, no era el todopoderoso “capi–capo”; solo un ser humano de mas edad enfrentándome y ahora algo inquieto, suponía al sentir que su amenaza no tendria efecto en mí.
            —Mantenga el respeto a mi persona infeliz –mientras se paraba de la silla para amenazarme con su metro y noventa centímetros.
            Pero algo me pasaba, era como si yo no controlase mis emociones y mis palabras fluyeran sin consentimiento de mi mente:
            —Ha llegado tu tiempo. . .  de este lugar, de este campamento no saldrás vivo.
            —¿Me está amenzanado cadete Xxxxxx?
            —Me retiro a mi lugar comandante coronel —ni siquiera quise darle el obligado saludo militar —estaré esperando el consejo de guerra o lo que sea.
            No sé que pasó, ya no me acuerdo, la amiga de Alfen dijo que le escucharon alguna imprecación del comandante contra mi y luego me vieron salir mientras el coronel salió minutos mas tarde ¿por qué no llamó al asistente y me enviaran detenido por ofender a un oficial y comandante superior? No lo sé, quise ceer que fue porque él tenía problemas ya con la acusación de Alfen y Antártico; no creo que se haya intimidado por mi palabras ¿qué poder podría tener con mi baja estatura, socialmente sin nada en la vida para que se asustara? no lo sé.
            Al día siguiente estaba descansando solo en mi habitáculo y llegó la correvedile con uno de esos malditos, me sacaron la almohada y en un gesto violento golpeé al tipo, pero este era mas fuerte y de 1,80 mt., entonces de un solo golpe me mandó al piso. Al levantarme para tirarme encima de él (ya que no tendría opción de pelear con puños por la desventaja física) se interpuso la correvedile:
            –Ea niño Xxxxxx, tan estúpido tú. Y dime ¿dónde están tus otros amiguitosss?
            –Búscalos tú estúpida.
            –Enano asqueroso –mientras el desgraciado me agarraba por el cuello–respóndele bien a la dama.
            –Mira pigmeo, acuérdate de decirle a Alfen que sea considerado con mi capitán –hablaba la perra mientras tomaba mi mano y observaba el anillo que Mystysiva me habia dado –mira que si no mi capitán se desquitará con Uds dos.
            –Si pigmeo, acuérdate de decirle al "mariquita" (usaba una antigua expresión ahora vuelta a usar en el léxico actual) que no se oponga a nuestro "capi–capo", ya sabes que los tres saldrán mal evaluados y olvídense de ingresar en la fuerza militar –expresaba con placer el maldito abusador mientras me apretaba fuertemente el cuello.
            –Mira ese anillo XXXXXXX, es de esa perra caliente –expulsaba por su hocico la correvedile envidiosa de la belleza de Mystysiva
            –Si ¿Qué hicistes para tener esa tremenda mujer pigmeo? –preguntaba el maldito.
            Otra ocasión estaba usando el elevador portátil y aunque había revisado la carga la noche anterior, en un descuido esos malditos le vaciaron la mitad y me fue imposible elevarme mas de 5 metros.
            –¡Mira el tarado pigmeo ese! –expresaba el matón aquel, mientras su compañero, el homox apellidado XXXXXXXXX (al igual que Alfen), pero de aspecto feísimo se burlaban de mi desacierto.
            "Casualmente" el coronel pasaba en esos momentos y la reprimenda era al momento, con la amenaza de no aprobar este curso, solo por no obligar a nuestro amigo Alfen a que  se acostara con este cerdo y por las acusaciones contra él de mis amigos.
            Me sentía aterrado ya que en mi vida tipo burbuja, en la cual solo conocí la escuela hasta los 14 años, no había vivido estos problemas de amenaza, presión del jefe contra el subalterno. Solo conocía pequeños atisbos de la manera de comportarse de los seres humanos, así que esta amenaza que conozco tan cerca, incluso que me provoca problemas a mí, me hicieron recapacitar y pensaba que jamás debiera haberme inscrito en la fuerza militar, si la milicia es deparavación sexual, abuso de oficiales superiores, no estaba preparado para esta mierda. Llegaba a pensar que Mystysiva tenía razón.
            Fue una semana mas tarde que Antártico fue transferido a otro centro por un período corto, además según le dijeron, con sus capacidades seguramente tendría un entrenamiento superior para optar a cargos mas altos. Esa noche me decía:
            –Niño Xxx, recuerda cuidarte y tener fe, el futuro será mejor, estos solo son momentos tristes –me hablaba como si fuera su hermano menor, pues así me trataban Alfen y él.
            –Seguramente, pero es terrible esta presión sobre Alfen y nosotros, es inaguantable.
            –Ya sabes que prestaré testimonio en un eventual juicio contra este "capi–capo".
            –Yo también.
            –No, tú no eres necesario, pero igual debes cuidarte —me extrañó esta palabra que dijo, sentí como si sabía algo mas y me estaba previniendo— y recuerda, no alcanzo a llevarme todos estas cosas mías, así que podrías guardármelas, no quiero caigan en manos de ellos.
            –Claro deja ese equipaje en mi gabinete y lo pasaré a Mystysiva cuando venga a verme.
            Mas tarde conversaron con Alfen y nos acostamos. A la mañana siguiente él se dirigió al vehículo que lo transportaba "momentáneamente" a otro campo de entrenamiento. Nunca mas lo volví a ver. Esa misma semana avisaron que falleció durante ejercicios de preparación de armamento sónico. Según versión oficial se equivocó al accionar una carga que lo casi pulverizó.
            Alfen, yo y el resto de la dotación de este campamento entendimos que algo muy, muy terrible sucedió. . ., especialmente Alfen quién ya presentía que no sería bueno lo que se venía.
            –¿Qué terrible Alfen, tu querido amigo haya muerto? ¡Ja, ja, jaaaa! —eran los rastreros del jefe, el tal XXXXXXX y el homox XXXXXXXX, el cual en su mente quisiera haber sido un lindo homox como Alfen, pero su fealdad le impedía ser atractivo para los de su mismo sexo y por ello envidiaba a Alfen. Entre los homox también hay envidias por el aspecto físico.
            Pero a quien vi llorar a escondidas fue a Milashkasiya, y entendí que ella no vestiría de blanco con Antártico. Me acordé de Mystysiva.
            –¡Alfen, maldito tú, porqué tuvisteis que ser amigo de Antártico! —mientras Milashka contenía lágrimas de amor, de sufrimiento ante el dolor de la perdida del ser amado.
            A la mañana siguiente el maldito cerdo reunió a todos, cerca suyo estaban los 3 cuervos, el resto ya teníamos una idea muy clara de lo que ocurría, pero nos callamos ¡qué podíamos hacer! el poder de este cerdo era tremendo, sabíamos que rápidamente llamó a sus superiores que enviaron al noble Antártico a ese otro campamento y estábamos seguro que jamás le sucedería un accidente así porque Antártico además de inteligente, era hábil con esas armas, era el mejor de la clase, por eso la sensación fue que el capi–capo nos envió un mensaje: Antártico falleció por apoyar a Alfen y vean que falleció en terribles circunstancias, y no esperaran Uds. que sus simples denuncias harán que los poderosos que me apoyan vayan a escucharlos a Uds.
            Esa mañana Alfen se quedó en su dormitorio, no concurrió, todos lo notaron, todos callamos. Solo la correvedile se atrevió a expresar:
            –Alfen no esta mi coronel.
            –Ya estará, ya estará listo.
            –Mañana instrucción de lanzamiento con elevadoras portátiles, estén preparados y duerman bien –era la voz de un sargento que siempre nos trataba muy bien.
            –Niño Xaxxxxxx ¿cuánto tiempo hemos llevado desde que ingresamos al entrenamiento de la fuerza militar?
            –Van casi once meses Alfen –presentía que algo estaba sucediendo por la mente suya.
            –¿Sabés niño Xxxx? —al tiro noté que tenía ganas de expresar algo— abandoné mi tierra porque pensé que aquí nadie notaría mi condicionante, pero a donde vaya no habrá sosiego para personas como yo —aquí se notaba su pesimismo producto de la tensión mental generada por los problemas y en este ambiento de encierro militar.
            –Pero el tiempo siempre se acerca para terminarnos –su voz era melancólica.
            –Mira estos son mis hijos —recuerdo que estaba orgulloso de ellos —y su mamá los cuida muy bien.
            –Alfen no debes ver la vida con mente pesimista, recuerda que parte del entrenamiento es precisamente afrontar estos problemas ya que en la guerra las tensiones serán terribles, es decir debemos aguantar incluso estas injusticias hasta que lleguen los buenos momentos.
            –Vaya Xxxxxxxx, esa es Mystysiva quien te enseña su sabiduría –recuerdo que él admiraba la elegancia de mi linda Mystysiva.
            –Bueno sí, ella siempre me levanta mi alicaído carácter, ya sabes que soy muy pesimista, soy agorafóbico, siempre pienso que mi vida será terrible, pero ella me hace sentir que es lindo vivir.
            –Sí te entiendo, alguna vez estuve enamorado.
            –Pero tu pareja falleció en la guerra —y me acuerdo que su novio era un tipo 20 años mayor que Alfen, el cual murió en el asalto contra África hacía 3 años.
            –Siempre lo busco en mis recuerdos, aunque él ya no está conmigo, él fue mi apoyo, así como tú tenés a tu linda Mysty —cuando él hablaba así de ella, me sentía muy orgulloso de Mystysiva.
            –Alfen, cuando terminemos este campamento iremos con Mystysiva y tú a ver a la familia de Antártico, espero nos acompañes, tengo que entregarles sus documentos.
            –No amigo Xxxxxxxx, no podría verlos, porque yo fui el culpable de su muerte —sentía la presión de la auto culpabilidad por la muerte de Antártico como suya, no del maldito cerdo coronel.
            –No seas ridículo, eso fue culpa del maldito ese y Milashkasiya es muy joven para entenderlo.
            –Tenés razón —mientras su mirada noté como si hubiera un dejo de tristeza.
            –Mirá guardáme el hológrafo por esta semana —no quise aceptarlo, ya que recuerdo las cosas que Antártico me dejara a guardárselas.
            –No Alfen, no te guardaré esas cosas tuyas, no estés pensando nada malo, ya perdimos a Antártico.
            –¡Pero qué bobadas pensás que voy hacer! solo que tengo miedo que esa correvedile y los rastreritos esos tomen mis documentos, por ello tú guardámelos ¿OK? —noté que trataba de mentir, sabía que mentía, que su mente elucubraba pensamientos de autodestrucción, pero me callé.
            –Está bien.
            –¡Miren se acerca una nave elevadora al campamento! —otro de los reclutas avisa la novedad de la elevadora, esas magníficas primeras naves de la época en que comenzaba esta tecnología y la razón por la cual varios nos enrolamos en la fuerza militar, solo para tener la dicha de ser parte de la tripulación de una de estas máquinas modernas.
            Alfen salió junto a los otros a ver el espectáculo, mientras yo guardaba muy hábilmente el hológrafo y transfería los datos hacia mis carpetas en la red, ya que las claves de acceso de sus documento estaban totalmente accequibles para mi, es decir como si me dijera: hermano ahora entrégales esos documentos a mis hijos cuando sean mayores. Eso entendí. Y no actué para impedir el desenlace.
            Cuando salimos un oficial de rango teniente general o algo así llegó, nos ordenamos y nos saludó:
            –Muy bien, se ve que Uds. están teniendo un excelente entrenamiento, serán los jóvenes del futuro. Lo felicito comandante XXXXXX –mientras estrechaba las manos del cerdo y ahora nos dábamos cuenta que esta no fue una visita habitual, era debido a las denuncias de Alfen y Antártico.
            Dos días después hubo un entrenamiento en ataque con expansivas, que eran esas armas peligrosas y según me dijeron que el propio Alfen pidió que el homox de closet, el tal Barahona lo acompañara, ya que debían formar parejas para usar esta munición. Ese feo especímen debe haber estado feliz de que Alfen lo quisiera como "pareja". Nadie supo muy bien lo sucedido, el informe solo detalla que al caer de la nave usando sus elevadores portátiles, una ráfaga del arma de Alfen alcanzó al maldito Barahona y este a su vez al estar fallecido golpeó el elevador de Alfen cayendo los dos al vacío de una altura de unos 20 metros. Por segunda vez llegaron investigadores a preguntarnos las preguntas de rigor. Años mas tarde me extrañó que no hubieran mas investigaciones, pero claro, eran tiempos de guerra y qué importaba unos reclutas mas en la larga lista de soldados fallecidos en estas guerras.
            Ahora estaba solo, solo contra el mundo, el terror me asediaba. Pero la verdad es que conmigo había una, una LEGIÓN protegiéndome. . .

lunes, 24 de noviembre de 2014

14. Nueva tierra de enlistamiento



            Esos días la maquinaria militar copaba las ciudades enlistando jóvenes y adultos. Así que en la marina había un vacío de reclutas, incluso para los cargos de oficiales. Era tal la falta de estos, que personas con deficiencias en cuanto a capacidades físicas debían ser inscritos para llenar las vacantes. En lo personal me fascinaban las máquinas aéreas y cuando solicité una ficha para revisión en una unidad militar del Ejército de tierra, me dijeron que esperara, porque claro mi baja estatura y aspecto delgado era evidente. En las fuerza aérea (así se le llamaba entonces) sucedió algo parecido ya que estaban recién estrenando esas novísimas naves de transporte y combate tipo "elevador", entonces preferían a los mejores aspirantes con mas capacidades físicas. Muchos concurrían a esa arma para ser entrenados y llegar a tripularlas o simplemente sentirse cerca de ellas. Quisiera haber ingresado aquí, pero me eliminaron. Pensé que terminaría sirviendo en casa, en mi país en donde los menos aptos se quedaban. Incluso recuerdo uno de mi edad que padecía un asma algo fuerte e igual fue aceptado en una unidad de logística ubicada en el norte. Estaba seguro que en un lugar así terminaría como tropa, asistente civil u oficial de 2o grado.
            En la web conocía a esa amiga casada, la Tendii a quien conociera cuando viajé a la ciudad del Norte. A ella le expuse mi situación y ella me dijo que era mejor me quedara en el país, no me expusiera al extranjero como su marido, no contaba mucho, pero algo pasaba con él (mas tarde sabría que tuvo problemas mentales y terminó suicidándose). Me contactó con un asistente el cual me derivó a una entrevista en la ciudad puerto. Mientras efectuaba estos trámites por la Red, por presencia visual holográfica, noté que el rubor facial tendía a desaparecer si pensaba en ella, en Mystysiva.
            Así, después de varias evaluaciones, vía holografía, incluyendo escanear mi salud, determinaron enviarme a un lugar donde el entrenamiento es para los asistentes que no irán al exterior.
            Al llegar a esa escuela apta para los no aptos, es decir para aquellos que diez años antes jamás siquiera serían considerados como dactileros de una terminal, en aquella marina, pero ahora deberían ser entrenados para la guerra, un enfrentamiento sucediendo en otros lugares y darles todos los conocimientos para estar preparados dentro de uno o tres años en sus puestos.
            El "guía" que nos tocaba era un oficial joven sus 45 años, pero había perdido una parte del hombro  y todo el brazo izquierdo, por lo cual usaba una prótesis, además en su cabeza una placa de tungsteno que solo tapaba con su boina. Un uniforme especialmente diseñado para su incapacidad le daba una imagen imponente a este veterano.
            Esos años eran los herederos de la grandes reformas sociales implantadas en estas latitudes, reformas extensas e intensas en las cuales quedó muy establecido que serían los ciudadanos los que administrarían la sociedad (a diferencia de antes cuando era los grupos de poder económicos, políticos, hasta religiosos). Instituciones cerradas y enclaustradas en administrarse autoritariamente (como las fuerzas militares) y ajenas a la razón del pensamiento de la mayoría (como las iglesias) hubieron ser "adecuadas" (intervenidas y reformadas) acercándolas a la sociedad, una sociedad que en adelante sería ella la que aprobaría o no las leyes, las guerras, incluso cómo esta se llevarían cabo ¿guerra parcial, por "economías" (oro, plata, tecnologías), por dominio geopolítico, por las rutas marítimas, por las rutas espaciales?
            Esto era algo nuevo, dado que antes los grupos que dominaban las sociedades mediante sus lacayos, los "políticos", líderes sociales, religiosos, comunicacionales, etc. cada uno trataba de imponerse en su administración de todo un país sin considerar a los ciudadanos.
            Por ello los soldados serían tratados como "hijos" de la sociedad, no soldadesca despreciable y embrutecida solo cumpliendo ciegamente órdenes. Ahora eran ciudadanos y hasta el último soldado tenía asegurado el respeto de sus superiores y sus camaradas, así como él su obligación de concurrir a la guerra dado que esta fue aprobada por mayorías del pueblo.
            Por ello en el entrenamiento para nosotros, los "últimos" en ser admitidos no nos pareció exigente menos violento y jamás esas corruptas actitudes de intentar evitar el "razonar".
            Ese primero mes, usado para que nos conociéramos y aprendiéramos a adaptarnos, me fue algo difícil, debido a nos estar acostumbrado a tratar con gente directamente. En la habitación que me tocó hube compartirla con un antártico nacido de la primera colonización. El otro había llegado al país solo 7 años antes.
            A la semana ya sabían mi problema de adaptación con otras personas así como yo supe de sus falencias: uno tenía un principio de cáncer, algo habitual en esas épocas y precisamente lo que ganaría en eso 5 años le servirían para pagar las costosas terapias de ADN, además este ocultaba un miedo a la sangre y en los dos años anteriores logró sobreponerse a ello mediante varias terapias permitiéndole  enlistarse sin que los demás (excepción de nosotros) supiéramos ese problema.
            Su caso me ayudó porque me dije: si él sufrió ese problema y se sobrepuso, yo podría sobreponerme a mi aversión a sociabilizar con la gente.
            Mi otro compañero con una alta estatura, era lo que antiguamente llamaban un "gay" y había nacido en lo que alguna vez fue un país vecino, pero ahora estaban unidos (por la fuerza claro está, después de la guerras "hermanas"). Aunque fue tratado con esas novedosas medicinas de ADN, su condición sentimental continuaba por los hombres. Había sido padre de gemelos con su novia (en el país de donde provenía aquello de hombres homox engendrando hijos era muy común) y precisamente para evitar casarse decidió alistarse. Él era elegante y sabía tratar a las mujeres, por eso las reclutas féminas inmediatamente se acercaban a él quien las hacía sentirme muy bien, claro esto demuestra que los tipos que tienen estas inclinaciones pareciera son mas atractivos para las mujeres, diríase que sí.
            Aunque todos nos mirábamos con desconfianza, pero a la semana ya convergíamos en un solo objetivo: terminar la instrucción; aunque ellos además en ser enviados al exterior para cobrar ese tremendo premio en créditos (basado en créditos de oro).
            Pero no todo sería fácil, algunos nubarrones habían en este lugar.
            De los tres al que mas le costó la instrucción fue a mí debido a mi menor capacidad física, pero sobre todo a mi anti sociabilidad con los demás.
            El correr me era muy fatigoso porque el vivir tantos años sedentariamente le quita habilidad en las extremidades, además estos ejercicios reactivaron mi asma, pero me sobrepuse a esto adquiriendo un tratamiento a bajo costo de ADN.
            Pero el uso de los artilugios desta profesión me resultó mas difícil. Pensaba que las nuevas armas eran mas fáciles de usar que las antiguas. Es que tanto juego de guerra me hacían sentirme un "experto" en armas, pero la realidad era diferente. Aunque no debo quejarme porque terminé conociendo su manejo.
            Todo era nuevo en aquellos años, incluso los "expertos" tutores, algunos llegados recién de los frentes de guerra, habían aprendido el uso de estas armas en la campaña misma, uno solo un año antes había usado una ¡tan corto tiempo llevaban en el arsenal!
            Armas diferentes, no usaban "balas", sino ondas sónicas, de calor, otras de láser, estas queman, destruían un corazón instantáneamente. Me doy cuenta que eran mas peligrosas que las antiguas. Por ello la aprehensión de los instructores en enseñarnos bien su uso.
            - ¡Imbécil cadete XXXXX!
            - ¡Qué crees tarado que haces con esa arma! ¡Al cuerpo, con la correa!
            Ese instructor me tenía mala, pero razón tenía.
            Nos enviaban por un especie de túnel con nuestras armas al cuerpo, aunque los láseres estos solo portaban fuerza para cargas no letales, creí mejor colocar mi arma en mi mano en vez de asirla al cuerpo como me lo indicaron. El resultado al ser lanzado por las pesadas turbinas apostadas a nuestras espaldas, en las cuales ascendíamos unos 50 metros, perdía el equilibrio y el arma ¡se me soltó! Y para peor, como le había quitado el seguro (doble error), esta al tocar tierra y golpearse disparó una andanada, aunque sin dañar a nadie, pero si hubiera sido una real. . .
            En otra ocasión debíamos saltar en esos antiguos sistemas que eran los "paracaídas". Pero para enseñarnos esto debíamos usar las máquinas holográficas así que nos encerraban en aquella máquina donde nos transportábamos al vacío desde el cual la sensación de saltar de una nave aérea era intensa; pensé que esto me resultaría y saldría bien evaluado. Pero la 2a parte del entrenamiento era un sistema antiguo y molesto donde debía subirme a una torre real, no holográfica, y desde ahí, sujetado por cables, me lanzaban. Aquí si fue terrible, debido a mi bajo peso en vez de caer al suelo, quedé balanceándome mas del tiempo y un esguince terrible en mi zona genital.
            Cuando estaba adolorido en tierra y llegaban con medicina, notaba que mis instructores algo cuchicheaban.
            Otro día preparaba una carga iónica con un novísimo sistema para expulsarla y provocar dolor contra algún grupo enemigo, pero como soy estúpido, porfiado se me ocurrió agregarle otro componente. Al cargar la lanzadera, la onda no se esparció hacia adelante unos 100 metros, sino que fue en abanico ¡alrededor del vehículo! habíamos unas 10 personas. Mi compañeros eran amables conmigo. El instructor no.
            -Otra vez desgraciado, pero qué tienes en el cerebro!
            Y tenía razón, solo tenía mi cerebro y es que no nací para los ejercicios físicos, además el estar encerrado me hizo daño a mi habilidades físicas. Pero mi cerebro, ahí sí que valía, cuando se trataba de usar las matemáticas, coordenadas, aritmética, incluso usando antiguos marcadores de esos antiquísimos, era el mejor, y lo sabía y los demás también. Fueron estas habilidades mentales las que me permitieron aprobar el curso ya que los dos instructores aumentaron el tiempo conmigo hasta que aprendiera bien. El trato era algo violento, pero agradezco su apoyo.
            Los superiores entendían que no era conveniente aterrorizarnos porque al final nadie querría enlistarse. Seríamos destinados a las zonas de custodia de la zonas de resguardo de nuestro continente.
            Todo lo relacionado con números me fue muy fácil, mejor que el resto de la clase de unos 25 compañeros, tan bien me iba que antes de terminar la instrucción ya sabía que tenía trabajo seguro en alguna especialidad como los servicios de logística y abastecimiento, un trabajo desagradable para la mayoría, ya que solo es revisar inventarios, tras inventarios de todo lo que se necesita en un Ejército y su avituallamiento.
            Pero para mí era una especie de milagro al sentir que por primera vez era capaz de trabajar en algo útil y recibir una paga, además lo mas importante: lograba controlar mi problema de anti sociabilidad y compartir con los demás, aunque siempre mirando a los demás con esa pared mental que los agorafóbicos creamos para distanciarnos.
            Este era un entrenamiento básico, en el cual estábamos los 7 días en el campo de entrenamiento, pasado el mes podíamos salir un día. Así hube estar aquel año seis meses en este entrenamiento primario y al término de él fuimos enviados al lugar aquel donde por primera vez sentía el deseo de la muerte para otro ser humano.
            Ya saben quien me estaba esperando la primera vez que salí, pero no todos los descansos porque en otras ocasiones ella debía estar con su familia. . .su esposo. . es una mujer casada ¿estará bien esto? me preguntaba, pero me era imposible evitar dejarla. Ya me había acostumbrado a ella. Era como si fuese parte de mi familia, como si la hubiese conocido desde siempre. Los matrimonios que llevan décadas juntos o los hijos que han vivido con sus padres muchos años me entenderán. Ella ya era parte de mi existencia. Ella era mi guía. Con ella me sentía un león de la selva y ningún inconveniente de la vida me aterrorizaba.
            Eso creía.