lunes, 24 de noviembre de 2014

14. Nueva tierra de enlistamiento



            Esos días la maquinaria militar copaba las ciudades enlistando jóvenes y adultos. Así que en la marina había un vacío de reclutas, incluso para los cargos de oficiales. Era tal la falta de estos, que personas con deficiencias en cuanto a capacidades físicas debían ser inscritos para llenar las vacantes. En lo personal me fascinaban las máquinas aéreas y cuando solicité una ficha para revisión en una unidad militar del Ejército de tierra, me dijeron que esperara, porque claro mi baja estatura y aspecto delgado era evidente. En las fuerza aérea (así se le llamaba entonces) sucedió algo parecido ya que estaban recién estrenando esas novísimas naves de transporte y combate tipo "elevador", entonces preferían a los mejores aspirantes con mas capacidades físicas. Muchos concurrían a esa arma para ser entrenados y llegar a tripularlas o simplemente sentirse cerca de ellas. Quisiera haber ingresado aquí, pero me eliminaron. Pensé que terminaría sirviendo en casa, en mi país en donde los menos aptos se quedaban. Incluso recuerdo uno de mi edad que padecía un asma algo fuerte e igual fue aceptado en una unidad de logística ubicada en el norte. Estaba seguro que en un lugar así terminaría como tropa, asistente civil u oficial de 2o grado.
            En la web conocía a esa amiga casada, la Tendii a quien conociera cuando viajé a la ciudad del Norte. A ella le expuse mi situación y ella me dijo que era mejor me quedara en el país, no me expusiera al extranjero como su marido, no contaba mucho, pero algo pasaba con él (mas tarde sabría que tuvo problemas mentales y terminó suicidándose). Me contactó con un asistente el cual me derivó a una entrevista en la ciudad puerto. Mientras efectuaba estos trámites por la Red, por presencia visual holográfica, noté que el rubor facial tendía a desaparecer si pensaba en ella, en Mystysiva.
            Así, después de varias evaluaciones, vía holografía, incluyendo escanear mi salud, determinaron enviarme a un lugar donde el entrenamiento es para los asistentes que no irán al exterior.
            Al llegar a esa escuela apta para los no aptos, es decir para aquellos que diez años antes jamás siquiera serían considerados como dactileros de una terminal, en aquella marina, pero ahora deberían ser entrenados para la guerra, un enfrentamiento sucediendo en otros lugares y darles todos los conocimientos para estar preparados dentro de uno o tres años en sus puestos.
            El "guía" que nos tocaba era un oficial joven sus 45 años, pero había perdido una parte del hombro  y todo el brazo izquierdo, por lo cual usaba una prótesis, además en su cabeza una placa de tungsteno que solo tapaba con su boina. Un uniforme especialmente diseñado para su incapacidad le daba una imagen imponente a este veterano.
            Esos años eran los herederos de la grandes reformas sociales implantadas en estas latitudes, reformas extensas e intensas en las cuales quedó muy establecido que serían los ciudadanos los que administrarían la sociedad (a diferencia de antes cuando era los grupos de poder económicos, políticos, hasta religiosos). Instituciones cerradas y enclaustradas en administrarse autoritariamente (como las fuerzas militares) y ajenas a la razón del pensamiento de la mayoría (como las iglesias) hubieron ser "adecuadas" (intervenidas y reformadas) acercándolas a la sociedad, una sociedad que en adelante sería ella la que aprobaría o no las leyes, las guerras, incluso cómo esta se llevarían cabo ¿guerra parcial, por "economías" (oro, plata, tecnologías), por dominio geopolítico, por las rutas marítimas, por las rutas espaciales?
            Esto era algo nuevo, dado que antes los grupos que dominaban las sociedades mediante sus lacayos, los "políticos", líderes sociales, religiosos, comunicacionales, etc. cada uno trataba de imponerse en su administración de todo un país sin considerar a los ciudadanos.
            Por ello los soldados serían tratados como "hijos" de la sociedad, no soldadesca despreciable y embrutecida solo cumpliendo ciegamente órdenes. Ahora eran ciudadanos y hasta el último soldado tenía asegurado el respeto de sus superiores y sus camaradas, así como él su obligación de concurrir a la guerra dado que esta fue aprobada por mayorías del pueblo.
            Por ello en el entrenamiento para nosotros, los "últimos" en ser admitidos no nos pareció exigente menos violento y jamás esas corruptas actitudes de intentar evitar el "razonar".
            Ese primero mes, usado para que nos conociéramos y aprendiéramos a adaptarnos, me fue algo difícil, debido a nos estar acostumbrado a tratar con gente directamente. En la habitación que me tocó hube compartirla con un antártico nacido de la primera colonización. El otro había llegado al país solo 7 años antes.
            A la semana ya sabían mi problema de adaptación con otras personas así como yo supe de sus falencias: uno tenía un principio de cáncer, algo habitual en esas épocas y precisamente lo que ganaría en eso 5 años le servirían para pagar las costosas terapias de ADN, además este ocultaba un miedo a la sangre y en los dos años anteriores logró sobreponerse a ello mediante varias terapias permitiéndole  enlistarse sin que los demás (excepción de nosotros) supiéramos ese problema.
            Su caso me ayudó porque me dije: si él sufrió ese problema y se sobrepuso, yo podría sobreponerme a mi aversión a sociabilizar con la gente.
            Mi otro compañero con una alta estatura, era lo que antiguamente llamaban un "gay" y había nacido en lo que alguna vez fue un país vecino, pero ahora estaban unidos (por la fuerza claro está, después de la guerras "hermanas"). Aunque fue tratado con esas novedosas medicinas de ADN, su condición sentimental continuaba por los hombres. Había sido padre de gemelos con su novia (en el país de donde provenía aquello de hombres homox engendrando hijos era muy común) y precisamente para evitar casarse decidió alistarse. Él era elegante y sabía tratar a las mujeres, por eso las reclutas féminas inmediatamente se acercaban a él quien las hacía sentirme muy bien, claro esto demuestra que los tipos que tienen estas inclinaciones pareciera son mas atractivos para las mujeres, diríase que sí.
            Aunque todos nos mirábamos con desconfianza, pero a la semana ya convergíamos en un solo objetivo: terminar la instrucción; aunque ellos además en ser enviados al exterior para cobrar ese tremendo premio en créditos (basado en créditos de oro).
            Pero no todo sería fácil, algunos nubarrones habían en este lugar.
            De los tres al que mas le costó la instrucción fue a mí debido a mi menor capacidad física, pero sobre todo a mi anti sociabilidad con los demás.
            El correr me era muy fatigoso porque el vivir tantos años sedentariamente le quita habilidad en las extremidades, además estos ejercicios reactivaron mi asma, pero me sobrepuse a esto adquiriendo un tratamiento a bajo costo de ADN.
            Pero el uso de los artilugios desta profesión me resultó mas difícil. Pensaba que las nuevas armas eran mas fáciles de usar que las antiguas. Es que tanto juego de guerra me hacían sentirme un "experto" en armas, pero la realidad era diferente. Aunque no debo quejarme porque terminé conociendo su manejo.
            Todo era nuevo en aquellos años, incluso los "expertos" tutores, algunos llegados recién de los frentes de guerra, habían aprendido el uso de estas armas en la campaña misma, uno solo un año antes había usado una ¡tan corto tiempo llevaban en el arsenal!
            Armas diferentes, no usaban "balas", sino ondas sónicas, de calor, otras de láser, estas queman, destruían un corazón instantáneamente. Me doy cuenta que eran mas peligrosas que las antiguas. Por ello la aprehensión de los instructores en enseñarnos bien su uso.
            - ¡Imbécil cadete XXXXX!
            - ¡Qué crees tarado que haces con esa arma! ¡Al cuerpo, con la correa!
            Ese instructor me tenía mala, pero razón tenía.
            Nos enviaban por un especie de túnel con nuestras armas al cuerpo, aunque los láseres estos solo portaban fuerza para cargas no letales, creí mejor colocar mi arma en mi mano en vez de asirla al cuerpo como me lo indicaron. El resultado al ser lanzado por las pesadas turbinas apostadas a nuestras espaldas, en las cuales ascendíamos unos 50 metros, perdía el equilibrio y el arma ¡se me soltó! Y para peor, como le había quitado el seguro (doble error), esta al tocar tierra y golpearse disparó una andanada, aunque sin dañar a nadie, pero si hubiera sido una real. . .
            En otra ocasión debíamos saltar en esos antiguos sistemas que eran los "paracaídas". Pero para enseñarnos esto debíamos usar las máquinas holográficas así que nos encerraban en aquella máquina donde nos transportábamos al vacío desde el cual la sensación de saltar de una nave aérea era intensa; pensé que esto me resultaría y saldría bien evaluado. Pero la 2a parte del entrenamiento era un sistema antiguo y molesto donde debía subirme a una torre real, no holográfica, y desde ahí, sujetado por cables, me lanzaban. Aquí si fue terrible, debido a mi bajo peso en vez de caer al suelo, quedé balanceándome mas del tiempo y un esguince terrible en mi zona genital.
            Cuando estaba adolorido en tierra y llegaban con medicina, notaba que mis instructores algo cuchicheaban.
            Otro día preparaba una carga iónica con un novísimo sistema para expulsarla y provocar dolor contra algún grupo enemigo, pero como soy estúpido, porfiado se me ocurrió agregarle otro componente. Al cargar la lanzadera, la onda no se esparció hacia adelante unos 100 metros, sino que fue en abanico ¡alrededor del vehículo! habíamos unas 10 personas. Mi compañeros eran amables conmigo. El instructor no.
            -Otra vez desgraciado, pero qué tienes en el cerebro!
            Y tenía razón, solo tenía mi cerebro y es que no nací para los ejercicios físicos, además el estar encerrado me hizo daño a mi habilidades físicas. Pero mi cerebro, ahí sí que valía, cuando se trataba de usar las matemáticas, coordenadas, aritmética, incluso usando antiguos marcadores de esos antiquísimos, era el mejor, y lo sabía y los demás también. Fueron estas habilidades mentales las que me permitieron aprobar el curso ya que los dos instructores aumentaron el tiempo conmigo hasta que aprendiera bien. El trato era algo violento, pero agradezco su apoyo.
            Los superiores entendían que no era conveniente aterrorizarnos porque al final nadie querría enlistarse. Seríamos destinados a las zonas de custodia de la zonas de resguardo de nuestro continente.
            Todo lo relacionado con números me fue muy fácil, mejor que el resto de la clase de unos 25 compañeros, tan bien me iba que antes de terminar la instrucción ya sabía que tenía trabajo seguro en alguna especialidad como los servicios de logística y abastecimiento, un trabajo desagradable para la mayoría, ya que solo es revisar inventarios, tras inventarios de todo lo que se necesita en un Ejército y su avituallamiento.
            Pero para mí era una especie de milagro al sentir que por primera vez era capaz de trabajar en algo útil y recibir una paga, además lo mas importante: lograba controlar mi problema de anti sociabilidad y compartir con los demás, aunque siempre mirando a los demás con esa pared mental que los agorafóbicos creamos para distanciarnos.
            Este era un entrenamiento básico, en el cual estábamos los 7 días en el campo de entrenamiento, pasado el mes podíamos salir un día. Así hube estar aquel año seis meses en este entrenamiento primario y al término de él fuimos enviados al lugar aquel donde por primera vez sentía el deseo de la muerte para otro ser humano.
            Ya saben quien me estaba esperando la primera vez que salí, pero no todos los descansos porque en otras ocasiones ella debía estar con su familia. . .su esposo. . es una mujer casada ¿estará bien esto? me preguntaba, pero me era imposible evitar dejarla. Ya me había acostumbrado a ella. Era como si fuese parte de mi familia, como si la hubiese conocido desde siempre. Los matrimonios que llevan décadas juntos o los hijos que han vivido con sus padres muchos años me entenderán. Ella ya era parte de mi existencia. Ella era mi guía. Con ella me sentía un león de la selva y ningún inconveniente de la vida me aterrorizaba.
            Eso creía.

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