viernes, 4 de septiembre de 2015

19. Recordando el final

–¡Vengan acá y vean a este veterano, mil batallas y vencedor! –el vozarrón era muy fuerte y parecía como si hubiese consumido drogas o alcohol y esgrimiendo un arma de ataque láser, de las pesadas.
            –Espere señor, debe dejar esa arma en la armería -expresábale el sargento atemorizado de que el maldito jefe la usara contra los demás, pero este solo balbuceaba frases difíciles de entender.
            –Algo me sucede, no puedo controlarme, hijos por favor ayudarme -el cerdo ahora pedía ayuda, pero media docena de nosotros no hicimos nada. Estábamos felices de lo que sucedía, aunque no comprendiéramos por qué esa actitud estúpida del jefe. Seguro estaba ebrio o drogado, y es que al ver sus ojos desorbitados  era la mas obvio de pensar.
            –¡Recluta Xxxxx, rápido anda a buscar a los enfermeros!
            –¡Inmediatamente Sargento!
            Salí corriendo apresuradamente, esperando volver para ver el desenlace de ese feliz acontecimiento donde el bruto abusador terminaba su carrera militar. Al regresar con personal de enfermería, otros soldados y un comandante, el miserable estaba sentado y había disparado alguna carga, felizmente solo al aire. Continuaba balbuceando frases inentendibles para los demás:
            –Ayúdenme, por piedad siento que no me controlo, "Siento que me mataré", "El ser me persigue". "Por piedad ayúdenme o moriré hoy!".
            Era repugnante ver al tipo semidesnudo, armado y con una cara de insano que lo delataba como un drogado.
            –Espere nuestro gran capitán, de mil batallas, quisiera darme esa arma -era el enfermero de mayor rango y un gran psicólogo de las palabras.
            –No puedo, no puedo dejar el arma.
            –¿Pero porqué?-mientras trataba de acercarse.
            –No puedo, él me controla, él. . ., por piedad llamen a mi esposa, mi hijas díganle que las amo –balbuceaba frases que no entendíamos, pero esas eran el obvio sentido de sus pensamientos.
            –Mi capitán espere, no se mueva, tranquilo y deje que nos acercáremos –enfermero, el sargento y otro oficial que intentaban evitar la crónica de un suicido anunciada.
            Aquellos momentos algo dentro de mi hacía que me sintiera feliz por lo que le sucedía; nunca había visto en vivo la muerte de un ser humano y una extraña y macabra sensación de felicidad pasó por mi mente y mi alma.
            Pero como si volviera a la cordura este sentose en el suelo y bajó el arma, como si un gran cansancio mental estuviera retirándose y dando lugar a otro físico, en el cual estaba apto para ser cogido por los demás y evitado su destino.
            En eso no sé por qué levanté mi vista hacia la sección ocupada por este miserable y veo aquella especie de neblina oscura; me quedé pasmado mirándola ya que pareciera verla solo yo, mientras el miserable parecía entrar en razón y aprovechando esta circunstancia el juicioso enfermero mayor le alargaba un vaso con agua (y somnífero)
            –Acepte esto mi buen comandante –mientras le entregaba el vaso.
            –¿Qué sucedió  enfermero?
            –Nada comandante –mientras astutamente sentábase al lado derecho donde portaba el arma cargada con carga letal– solo una locura fugaz, nos sucede a todos.
            Por fin había recobrado la normalidad y sus ojos parecían vueltos a ser los mismos.
            El acompañante ya alargaba su mano para retirarle el arma, pero algo sucedió, tan rápido fue que no me acuerdo, de repente sus ojos volvieron a ser blancos y al darse cuenta de la intención de los demás, especialmente el enfermero, con la izquierda lo tomó por el cuello lanzándolo a unos cuatro metros, con una fuerza impresionante, parecía un muñeco el alto asistente de un metro ochenta.
            Luego se irguió, dio vuelta como mirándonos a todos y el zumbido terrible. . . luego terminó todo. El disparo fue tan brutal que provocó una explosión del cráneo. Partes de su cerebro cayeron sobre los mas cercanos. El infeliz se descargó el arma sobre su cien derecha, algo extraño porque este tipo de arma era pesada para ser usada solo por una mano, se necesitaban las dos, además la empuñó con la derecha siendo que era absolutamente zurdo.
            -¡Llamen a los fiscales, rápido!
            -¿Cómo le diremos a sus hijos esto? -lloraba el sargento ingenuo.
             Así comenzaron las diligencias habituales para este extraño suicidio. Y mas encima la autopsia reveló que no había probado alcohol en 48 horas, y ninguna sustancia tipo droga fue detectada en su cuerpo. Dijeron que pasó las últimas horas totalmente dormido y solo se levantó por una hora para revisar evaluaciones de los cadetes y volviose a dormir. Solo pensaron que era una psicosis oculta producida por tensiones durante su servicio en la guerra. O tal vez porque prontamente sería sometido a juicio por otra "mala actitud" cometido antes, tal vez solo se desequilibró, pero ustedes lectores a estas alturas de mi relato ya saben quien estaba detrás de esto.
            Personalmente sentía que algo anormal sucedió y por momentos mi corazón sentía que ella, Mystysiva sabía la verdad, pero. . . mi mente también aprendió para autoconvencerse con mentiras. Así me era mas cómodo. Además el cerdo ese merecía morir así.
            La siguiente semana hubo que alargarlos en dos, pero a mi clase, por alguna extraña razón los trataron muy bien los nuevos encargados. O tal vez porque ya habían llegado las quejas del comportamiento lascivo de este "veterano" violador y no querían nos sintiéramos defraudados y contáramos lo que sabíamos.
            Cuando me tocó el turno de concurrir ante el encargado de entregarme los exámenes no creía lo que me decía.
            –¿Cuán deficiente han sido mis calificaciones?
            –¿Deficiente cadete Xxxxx?  ¿No le avisó personalmente de su informe?
            –Es que con esos problemas que hubo estuvimos muy conmocionados comandante.
            –No señor, sus calificaciones han sido muy buenas, vea –mientras la holografía mostraba notas azules– incluso el mismo instructor lo calificó así. Usted presenta estado aceptable para funciones, físicas y uso de armas, conducción de vehículos, pero lo mejor está muy bien evaluado en matemáticas. Nos hacen falta gente así en artillería, comunicaciones, inteligencia, los SAT sobretodo. Y ahora cadete tiene un mes para descansar y luego elegir donde será aceptado para su nuevo entrenamiento ya que  deberá elegir entre alguna de las armas, le recomiendo que sea la marina, porque nos falta personal para ser asignado en naves sub y superficie.
            –Bueno mire aquí le entrego un dossier con su información total en el curso. Vaya a descansar.
            Al regresar a mi habitáculo y revisar mi evaluación en mi presentador no podía creerlo: el miserable había cambiado totalmente mi calificación solo 48 horas antes de su muerte. Es decir aquellos días en los cual no salió y supuestamente estaba dormido (según el informe del fiscal sobre su suicidio) agregó una evaluación positiva de mi persona ¡no puedo creer esto!
            A estas alturas ya algo presentía: ¿será Mystysiva quien tendrá algo que ver?
            Pero ¡Cómo! Qué hace ella para lograr que este individuo hiciera aquello horas antes de su fallecimiento; talvez alguien muy importante cambió estas malas evaluaciones del instructor y nadie se percató, pero ¿tantos familiares y/ó amigos de poder tiene ella?
            Además es imposible porque en aquella época existía la tradición de escribir la calificación final de un dossier a mano y con huella ADN, lo que hacía imposible otra persona interviniera este asunto.
            Y por primera vez me dí cuenta que no conocía a sus padres, hermanos, esposo, sabía de ellos, pero no eran personas en las altas esferas de poder que tuvieran acceso a una intervención de mis calificaciones. Así mis cavilaciones.
            Días mas tarde al encontrarnos mi compañera estaba muy alegre, parecía querer distraerme con su inmensa alegría, me encantaba cuando ella estaba así, sobre todo a un tipo pesimista y malhumorado como quien relata esto, su forma fresca, de ágil mente, influía en mi carácter haciéndolo mas dócil, pero no podía evitar las preguntas:
–Mystysiva
–Dime amorrssss
–Qué hicistessss?
–A qué te refieres?
–Ya sabes que se mató ese
–¿Siii? ¡Qué terrible debe haber sido! –ni siquiera ocultaba la despectiva ironía de la frase.
–Además –me costaba preguntarle lo demás–
–Qué sucede ahora amor míosss.
–Porqué en las evaluaciones tengo notas excelentes.
–Pregúntaselo al individuo que te evaluó.
–Está muerto.
–¿Sí? ¡Que terrible ja, ja, ja!
            Ante mi horrorizada expresión de que una mujer se ríe de la muerte de otro individuo, aunque haya sido un cerdo, ella reacciona.
–Xxxxxx no sea estúpido. Así es la vida. ¡Y sí! ¡Tengo un poder telequinético tremendo!     ¡Puedo dominar las mentes de otros seres humanos y poseerlos a mi voluntad para así hacerlos que hagan lo que no quieren hacer como tu ahora que nos vamos a la casa y a la cama, rum, rum, rummmm!
            Mientras reía a voluntad, jalándome el cuello y me daba mordiscos en las orejas.
–Cuidado que pueden vernos.
–No importasss soy una vampirasss de díasss ¡Rum, rum, rum! –mientras emitía esa especie de sonido muy entretenido para mí
            Y el “rum, rum, rum” me hechizaba.

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