miércoles, 29 de noviembre de 2017

34. Pero aquellas cajas extrañas



            En aquellos años aun existía diferenciación entre las diversas armas militares y cada soldado debía lealtad a la que pertenecía; solo la instrucción primaria era común a todos (como fue mi caso en el campamento  primero) así que mi arma era la marina, algo elitista, pero con mayor capacidad de entendimiento intelectual, a diferencia del ejército. La fuerza aérea (encargada de tripular las mas impresionantes elevadoras) solo se dedicaba a los asuntos técnicos, no había gente capaz de presentar debate sociopolítico.
            Se presentaron tres oficiales del ejército con sus exigencias acerca de prioridades en el uso del pequeño aeródromo, pero el administrador se negó a sus requerimientos debido a no cumplir con varios requisitos de ley, pero los tres hicieron ostentación de sus altos cargos, ante lo que la adminsitración se negó, pero el mismo día volvieron y el jefe recibió una orden del gobierno para someter la decisión a los tres. Él se negó y hubo de ser retirado; ellos eran mas fuertes. Eran prepotentes, burlistas, por eso comenzó a desagradarme esa gente. Además recordaba que aquellos miserables compañeros aduladores del capi-capo habían elegido esta sección militar, él mismo pertenecía a aquella alma mater, así que imaginarán que mas adelante fue mayor el desagrado hacia el Ejército.
            Una pequeña elevadora tripulada por el ejército de tierra transportaba una cajas rectangulares de unos 2 mt por 70 y 70 cm de ancho y alto, eran ovaladas salvo en su parte baja, mimetizadas como componentes electrónicos. Pesaban cada una aproximadeamente 90 a 120 kilos. Éramos jóvenes en aquellos años, sin experiencia y les dejamos usar el aeródromo.
            Otras cajas provenían de barcos, que las depositaban en los puertos y desde ahí a este lugar.
            El jefe, un veterano con piernas artificiales, controlaba ahora el aeródromo, al cual adyacentemente le estaban construyendo los receptáculos destinados a recibir las transportes elevadores grandes. Pero ahora solo naves aéreas de las "antiguas" aparcaban.
            Algunos pesados helicópteros llegaban con estas cajas y las dejaban para retirarlas otros tipos de aspecto violento y brutal. Ingresaba en monorieles de la carretera subterránea y se perdían en direcciones hacia el norte, el este y el sur. llegamos a contar unas 700 cajas extrañas.
            Un día que no estaba sucedió algo. Según me contaron, una de las cajas, ubicada en un bloque alto, cayó al suelo, parecía como si tuviera vida, empezó a moverse y con el impacto desde algunos metros, está se rompió. Los que estaban ahí vieron algo inaudito: un ser humano estaba adentro de una especie de huevo protector y al ver sus ojos, parecía pedir ayuda, asi que los funcionarios de esa sección se apresuraron a llamar a enfermeros y otras personas, pero el prepotente equipo del Ejército acalló a todos. Tomaron la esfera en que estaba el tipo y lo metieron en otra caja similar, que estaba vacía. Luego esta fue sellada y junto a otras enviadas en carros de tren.
            Nada dijimos, debíamos callar. Como había guerra no debíamos dar parte de esto porque favorecería al "enemigo".
            Este asunto duró menos de una semana y después se marcharon, no llegaban mas cajas "electrónicas" y nos desentendimos, pero ya comenzaban a correr rumores, cosas extrañas sucedían, grupos "especiales" se creaban para traer cosas desde las zonas ocupadas; intuíamos que algo muy malo se estaba perpetrando por parte de nuestra Alianza contra el enemigo.
            Estuve varios meses en este pequeño aeropuerto, un aeródromo y cuando ellos terminaron, además de felicitarnos (seguramente por cerrar el pico) recibí tiempo después el encargo de ser el administrador ¡Sí! yo mismo acababa de ser el jefe de este lugar.
            Aprendí a dirigirlo muy bien. Sentía que tenía el poder en mis manos para guiar mi destino.
            Pero Mystysiva me recordaba que nuestros destinos estaban escritos antes de nacer.

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